El tener una
larga vida ha sido en todas las épocas el primer deseo del hombre y objeto
principal de sus investigaciones. Este ha sido tema favorito de meditación para
filósofos, sueño de visionarios, estímulo para charlatanes y aventureros tras la
búsqueda de la piedra filosofal o la supuesta facultad de consultar con los
espíritus, ha sido, con otras muchas formas o recursos la manera aparente de
obtener esa prolongación de la vida. HIPOCRATES recomendaba la temperancia, el
disfrute del aire puro, los baños y sobre todo el uso diario de fricciones por
todo el cuerpo, unido al ejercicio (origen de la gimnasia entre los
griegos). Pero los grandes filósofos señalaron siempre que el ejercicio del
cuerpo debe ir acompañado del ejercicio del espíritu. Los griegos llegaron a
una gran perfección en este doble arte, sabiendo adaptarla a todos los
temperamentos y situaciones, edades o necesidades de la vida. El mantenimiento
en actividad de todos los órganos del cuerpo, no sólo prevenía sino que curaba
las mismas enfermedades.
Durante la
Edad Media, se recurrió a la magia, la hechicería, la quiromancia, la
astrología, la cábala y otras ideas absurdas basadas en la escasa educación y
conocimiento de la gente, para hacerles creer que eran técnicas de prolongar la
vida. Es curioso cómo estas ideas de la Edad Media se han mantenido arraigadas
hasta nuestros días y aún hay muchas personas crédulas a las que los
charlatanes y oportunistas de cada época son capaces de engañar. Hasta Jefes de
Estado, filósofos, obispos y médicos, se hacían estudiar su horóscopo y aún se
enseñó como ciencia la Astrología, como la Geomancia y la Kábala en las
Universidades.
Por ello,
para conservarse feliz y sano, no había más que utilizar bebidas, alimentos y
lugares de vivienda colocados bajo la influencia de planetas opuestos. De la
misma forma, se creía que podría prolongarse la vida por medio de amuletos y
talismanes. Sin embargo, entre tantas mentiras y engaño, surgen hombres como el
famoso senador CORNARO quien llegados sus 40 años padecía fuertes dolores y
enfermedades, producto de su vida desordenada, desahuciado por la ciencia,
decide cambiar sus hábitos y siguiendo un régimen de comidas sencillo y severo (lo
estrictamente necesario para su subsistencia), con gran actividad física e
intelectual logró alcanzar los 100 años, dando un buen ejemplo a la posteridad.
Aquel género de vida austera le dió una constante satisfacción y una gran
serenidad y alegría en medio de sus familiares.
Dra. Sandra
Navarro
Medico Epidemiólogo / Ocupacional y
Antienvejecimiento
Tlf: 0414-3898262
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